Momentos mágicos,
En una ciudad con encanto “que
enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la
apacibilidad de su vivienda han gustado”,
se
desenlazan momentos inolvidables que dejan su impronta en esas
neuronas que fueron inundadas de conocimiento y activadas por al
interacción de aquellos a los que conocí en esta etapa de la vida.
Pasos que dejaron su marca en la tierra y que continúan hacia nuevos
rumbos. Fue ayer cuando pisé esa tierra de nuevo, en un año de
incertidumbre ante los tiempos que nos esperan, al menos para
algunos, pero que ya hoy se materializa en realidad. Hoy las
decisiones y nuevos retos construirán el futuro desde los pasos
presentes.
En
un conjunto de posibilidades, entre gentes con distintas motivaciones
y ante un tiempo limitado, guardo el recuerdo de grandes personas y
no digo adiós porque dejo la puerta entre-abierta para aquellos que
deseen tocarla como si fuera ayer. En más de un cuarto de siglo de
vida que he tratado de exprimir, lleno de gentes y lugares, la
experiencia me dice que las órbitas se separarán inevitablemente
siguiendo senderos paralelos, pero también sé, que un día la
casualidad hace cruzarte y compartir un momento de alegría, en un
encuentro fortuito ante una taza de café, que condensa la historia
desde el momento en que esos “átomos” se separaron en aquella
fecha determinada.
Vine
a la ciudad con una idea: adquirir conocimiento y pasar un buen
momento. Tenía pensado cerrar la etapa con una celebración, unas
actividades y unos trámites. Todo procedió tal cuál, tras varios
días de fiesta y, quedar con todas las personas en esos días, no
encontré motivos para salir una vez más. Tras solucionar todos los
trámites, no encontré más que hacer. Tras bailar una última noche
y realizar actividades culturales: desde ver la ciudad hasta navegar
en el Tormes, me vi satisfecho. Una vez con todo empacado en el
coche, contemplé la casa limpia y vacía y comprendí que el momento
de marchar había llegado. Me iba con una sonrisa y un buen sabor de
boca y no quería estropearlo con una despedida, tan sólo quería
que fuera un “momento mágico”, un sueño, una bomba de humo que
se evapora con el tiempo pero que mantiene una ligera la llama
gracias a las redes de comunicación. No hace falta decir “hasta
luego” porque espero que cuando salgáis en el “Nature” pueda
escribiros “enhorabuena” en vuestro muro, o cuando pase por esa
ciudad, donde te llevaron los pies, pueda tomarme ese café de
“historia de una vida concentrada” (...desde que se terminó el
Master). Así, para aquellos que echaron de menos una despedida,
deciros GRACIAS y formalmente despedirme diciendo:
Nos
vemos en el camino.
Un
abrazo a todos y todas.
Alejandro