Los 10 días de este viaje al interior transcurrieron en un
retiro en Barcelona, una parcela a 50km de la capital en el que se practica la
meditación con tradición Budista. Lejos de ser una experiencia transcendental
lo importante de afrontar cualquier viaje, sea donde sea, es no generar
expectativas. Así fue, los 10 días fueron duros pero dejaron como resultado una
huella satisfactoria. En mi caso lo asemejo a una carrera de fondo, una media
maratón o a un gran esfuerzo físico, cuando terminas quedas extenuado, al
contrario de lo que pueda pensar la gente, la meditación requiere de todo tu
esfuerzo, al menos al principio, sino se tiene experiencia, o aún teniéndola
nos enfrentamos a una jornada intensiva. Mantener la atención plena en tu
respiración, a las sensaciones y al momento presente hace que el cuerpo esté
aquí, sintiéndolo en todo momento, aunque puedas estar relajado, no es una
sesión de relajación y tampoco un flujo de vibraciones placenteras que recorre
todo tu cuerpo o el llamado nirvana. Claro que pueden surgir muchas sensaciones
de todo tipo pero esto dependerá también de cada uno, cada persona llega con
una carga emocional, con un desarrollo de vida, con su propia historia de
aprendizaje y, según esto, cada uno experimentará “su propia realidad”, sus
propias sensaciones. Por eso, todo lo que pueda decir, aunque sea objetivo, me
gustaría que se comprenda que no tiene porque ser la norma general.
Primeros días
El primer día fue introductorio (no cuenta para el cómputo),
aún podíamos hablar y socializar un poco, el resto de los días había que
permanecer en silencio, puede parecer una locura estar 10 días sin hablar pero
cuando estás en la práctica se agradece, no tienes sugestiones externas de las
posibles experiencias subjetivas que cada uno pueda tener y por otro lado tu
mente se va concentrando cada vez más, ya que no se llena de nuevas historias y
van aflorando curiosamente recuerdos del pasado. Aunque la técnica “impide”
pensar, ya que estás concentrado o en la respiración o en las sensaciones,
esporádicamente te vienen recuerdos e ideas a la mente. También en los ratos
libres la mente no quiere acallar y es inevitable crear nuestras propias
películas mentales de cómo es cada uno aún sin conocerlo.
Los primeros días son duros pues estás comenzando, son horas
intensivas y con mucha disciplina, levantándote desde muy temprano. Te duele
todo, la espalda, las piernas, y la mente es difícil de pensar. Básicamente se
trata de ser consciente de la respiración y de las sensaciones. Lo bueno es que
ves que vas progresando, cada vez estás más tranquilo y más concentrado, al fin
la mente se mantiene en la respiración y eres capaz de mantener una hora con la
atención plena. Luego te vas fijando progresivamente en las sensaciones que se
producen en los orificios de la nariz.
A mitad de camino
A eso del cuarto día la cosa se complica, cuando crees que
tienes los fundamentos básicos controlados, se van añadiendo sutilezas a la
técnica de meditación, hace calor y las moscas están especialmente revoltosas
¡es un reto considerable a la paciencia! ¡¿cómo es posible que un ser minúsculo
como ese pueda alterar todo tu estado vibratorio y toda tu concentración?! Y
sí, digo vibratorio, porque fuera de misticismos, cuando ese insecto se te mete
en la oreja o das un salto o si intentas mantener la compostura notas como todo
tu cuerpo vibra de arriba abajo entre una sensación de ira y mantener la calma
y la ecuanimidad. Ese fue realmente uno de los peores días y a pesar de todo en
ningún momento tuve la iniciativa o el pensamiento de abandonar, al contrario
que cuando hice el camino de la Vía Francígena que tuve muchos momentos en los
que pensé renunciar, sin embargo, no quita que haya sido una experiencia dura.
Últimos días
Al igual, a partir del sexto y séptimo día, la experiencia
empezó a ser algo larga, parecía que no quedaba nada más por aprender, pero
curiosamente más enseñanzas sutiles y pequeños progresos variaban cada día y,
cada día, era un nuevo aprendizaje.Parece que diez días son suficientes, creo
que menos no colmarían tu paciencia y en parte el entrenamiento consta de eso,
de desarrollar la ecuanimidad ante cualquier situación, pensar que podría
hacerse en menos es un error. Creo que el nivel adecuado para provocar un
cambio duradero es el retiro de 20 días, claro que supone disponer de ese
tiempo y estar previamente preparado, sería como correr una maratón de 45km sin
haber entrenado nunca. Es necesario recorrer distancias cortas y luego darte el
atracón si es conveniente.
El último día es como una explosión, no sabes cómo actuar,
qué hacer, ya que se te permite hablar, pero hablas, digo que si hablas… pero
es una ayuda para que cuando salgas al mundo cotidiano te adaptas fácilmente.
Conclusiones
Respecto a la técnica, ya practicaba meditación pero ahora
me doy cuenta que para obtener beneficios realmente está técnica es mucho
mejor, te atrae hacia el momento presente te ayuda a regular la respiración y
en parte es un método de relajación. Por otro lado, al no reaccionar ante los
estímulos estamos descondicionando psicológicamente el cuerpo y la mente. El
condicionamiento se basa en la relación de dos estímulos que al suceder al
mismo tiempo mantiene una relación de estímulo-respuesta que se traduciría
finalmente como estímulo-reacción, en el caso de la meditación facilitaría el
aprendizaje y sería algo así como estímulo-conciencia y la conciencia nos permitiría
de algún modo, la no-reacción y en último caso la acción. Si no reaccionamos
ante la aversión o el apego que trae desdicha, estamos liberando la mente del
sufrimiento, pero ¡ojo! No se trata de permanecer estoico ante las sensaciones
o sentimientos, sino ser conscientes de ellos, del autoconocimiento, de la atención
plena, de sentir sin juzgar.
CURISIDADES
Las moscas que no
paraban de molestar
Mientras estaba en el retiro me pasaron cosas peculiares,
por ejemplo, las dichosas moscas me hicieron pensar… al ser verano aquello
estaba lleno de insectos, me daba la sensación que las moscas notaban mis
vibraciones, cuando estudié neurociencia me quedó claro de que el ser humano
sólo capta una parte de la realidad, nuestros sistemas sensoriales no están
preparados para ver todo el “campo real”,
sólo vemos una determinado espectro de la luz, entre el ultravioleta 400nm
a 700nm del inflarrojo, igualmente sólo captamos una determinada frecuencia de
sonido, de vibraciones, e incluso sólo notamos un determinado tacto o presión
que puede ser sutil o doloroso si compromete la integridad celular. Cuando digo
que notaban mis vibraciones me
refiero a que no se si tendrán órganos sensoriales especiales que puedan captar
tales vibraciones, siendo un insecto de reducidas dimensiones supongo que sí y
es que cuando me mosqueaban (ahora
tiene sentido ese término) sentía que me vibraba todo el cuerpo como dije
anteriormente y más venían a molestar, además al ponerme nervioso sudaba más y
las moscas buscaban la humedad y más insoportable se volvían.
¿Tiene el árbol
sentimientos?
Un día, observado un árbol, vi como miles de hormigas
invadían el tronco en hileras interminables de subida y bajada, me acordé de
las moscas y me pregunté ¿Si el árbol sintiera, cómo podrías soportar el
cosquilleo interminable de esos pequeños caminantes y permanecer impasible,
allí, sin poder hacer nada? Sí realmente molestaran, el árbol hubiera
desarrollado algún tipo de mecanismo de defensa, pero ¿realmente siente el
árbol? La respuesta es NO. Un árbol no siente, para sentir es necesario de un
sistema nervioso y todo lo que ello conlleva: unos receptores sensoriales (que
no los tiene) unas vías de transmisión de información (que tampoco) y unas
células especializadas o sistema que interprete esa información y como última
instancia que reaccione (no tiene neuronas ni cerebro), por tanto el árbol en
sí no sufre de ese infinito cosquilleo que podría ser un castigo eterno. Aunque,
por decirlo poéticamente, los árboles sientes, es un término muy romántico para
denominar a la reacción mecánica que se produce ante los estímulos que
provocamos en el entorno, como puede ser vibraciones (cuando hablamos a las
plantas estamos provocando una serie de estímulo-respuesta) que alterará el funcionamiento
vital de la planta, igualmente si le cuidamos, lo regamos, lo mantenemos eficazmente
con su abono, sol y condiciones necesarias, las plantas se desarrollarán de
manera óptima, decir que siente es algo complejo erróneo en términos
científicos pero poéticamente correcto pues de alguna forma esos estímulos
influyen en su desarrollo.
¿Si un árbol cae y no
hay nadie para escucharlo, sonará igualmente?
Por cierto, ¿Si un árbol cae y no hay nadie para escucharlo,
sonará igualmente? La respuesta es NO
(sin entrar en temas filosóficos de ¿qué es la realidad?) para resumir, el
sonido es una percepción humana (o animal), en términos físicos es sólo un
conjunto de ondas, para que el sonido o su percepción se produzcan como tal es
necesario que una herramienta las capte y las interprete como tal. Pongo el
ejemplo de la radio, las ondas de radio no las escuchamos y como las ondas del
árbol caído están ahí, para escucharlas no vale con que estén ahí, necesitamos
de un receptor, la antena de un aparato de radio (en el caso animal, de las
orejas y el oído), además de un sistema que interprete esas ondas, la placa
electrónica que traduce esas ondas (en nuestro caso las neuronas sensoriales
que se encuentran en el oído) y por último que se pueda percibir mediante el
altavoz (en nuestro caso las neuronas de la corteza que interpretan ese
sonido). Por tanto sin todo ese sistema, el resto sólo queda en meras ondas, es
como la nueva Televisión Digital Terrestre (TDT en España) que nos hizo cambiar
el modelo de Televisores o comprar un adaptador para que esas ondas fueran
interpretadas y fueran enviadas al televisor en forma de imagen, es decir,
obtenemos una misma imagen dos tipos de información diferente pero que dos traductores la interpretan de manera semejante.
La avispa apacible
Volviendo al campo de las vibraciones… durante los diez días
debíamos respetar la vida de todos los seres, el entrenamiento con las moscas
había sido suficiente. Un día me encontré que tenía una avispa en el hombro y
me di cuenta al entrar en el baño y verla en el espejo ¿qué hacer? No podía matarla,
así que intenté espantarla suavemente con la primera toalla que encontré, tan
suavemente que lo que hizo fue subirse a la toalla, no podía dejarla allí, imagínense
que alguien sale de la ducha, coge la toalla y se encuentra con dicho regalito
por mi culpa. Así procedí a sacudir la toalla y de un solo movimiento la avispa
se desprendió y cayó al suelo, allí se quedó inmóvil, por un momento pensé que
la había sacudido demasiado fuerte y que la había matado, de cualquier manera
no podía dejarla allí, me dispuse a coger un trozo de papel con el cual “arropé”
a la señorita que no se inmuto y la saqué al jardín, allí me dispuse a lanzarla
lejos para que nadie la pisara y cuando la solté ¿cuál fue mi sorpresa? ¡Salió volando!
Podía quedar ahí la historia, pero reflexioné, ¿qué hubiera pasado si hubiera
actuado con miedo o ansiedad? Supongo que me hubiera picado, o hubiera dejado
la avispa encerrada en el baño y en las habitaciones con sus consecuencias
(todas las ventanas tienen mosquiteras así ningún insecto puede entrar, ni
tampoco salir). Lo curioso es que actué completamente en calma y como si “ella”
lo supiese también se mantuvo apacible y se dejó, hasta coger.
La mariposa
Se supone que no se deben generar expectativas pero ¿quién
no ha soñado estar en un retiro Zen y que se te posen mariposas blancas a tu
alrededor mientras estás meditando? Bueno es mucho desear, entre ello porque
las mariposas que pululaban por allí no eran blancas, sino mariposas comunes
adaptadas al medio para camuflarse entre las hojarasca seca, es decir,
marrones. Todas estas reflexiones sobre los insectos me hacían pensar si llegaría
a conseguir que una mariposa se posara. Había días en que las observaba y
esperaba que se acercaran, poder estrechar mi mano, alargar el dedo y que se
posasen… demasiado idílico. Un día entré al comedor a beber agua, una vez
terminé me dispuse a salir, pero sin ninguna razón me detuve en la puerta antes
de salir y me quedé contemplando el exterior. Allí pululando y con un
movimiento rápido una mariposa vino a pasarse en el dedo gordo del pie, dio uno
pequeño paseo por el dedo, se mantuvo unos segundos (bastantes) y volvió a su
vuelo hasta perderla con la mirada. No es como había soñado pero los sueños, en
parte se hacen realidad.
Sutilezas
Otro día, al que yo considero mágico, no porque hubiera
magia de verdad, sino por la sensación que me despertó y el entorno poético que
desataba el ambiente. La verdad que el sitio puede parecer algo común, un
jardín con una construcción en medio pero al pasar los días tu vista se agudiza
y empiezas a percibir lo pequeños detalles, el camino que se bifurca en varios
mini senderos, el tendedero de la ropa hecho de madera, la biodiversidad, las
diferentes especies de pinos, las plantas aromáticas, las frutales. Como los
bancos estaban situados y el camino de piedra que siempre trataba de evitar
cogiendo el sendero para haciendo el camino más largo para así ejercitar, de
alguna manera, las piernas y mejorar la circulación de esas piernas que pasaban
todo el día cruzadas, en medio loto y que en ocasiones se adormecían. Me
encantaba el banco situado debajo del típico pino de navidad, era enorme y yo
me sentía como Buda, que alcanzó la iluminación debajo de un árbol así como los
acontecimientos más importantes de su vida. La magia se desató un día en forma
de lluvia, siendo principios de agosto me pareció sorprendente (nací en el Sur
de España y eso no es común), aunque allí si parecía ser algo más usual. El
lugar se encuentra en la montaña y cuando las nubes chocan contra el conjunto
montañoso, precipita. Igualmente, se agradecía la lluvia, traía frescura, el
calor agobiante de la tarde se evaporaba y las moscas desaparecían. Cuando
meditábamos, el sonido era relajante. Un día empezó a llover así,
inesperadamente, salí a contemplar la lluvia, más sorpresa fue que no era el
único, en la puerta de salida de las habitaciones estaban unos pocos y fuera
refugiados por la cornisa otros más, volví a entrar a coger algo de abrigo y
salí fuera también para evitar la saturación de la entrada. Fue entonces que me
percaté de algo extraordinario, no sé si los demás lo vieron también o era un
elemento tan sutil que era casi imperceptible, se veía como una especie de humo
saliendo de la tierra, especialmente del camino de rocas que solía evitar (no
siempre) para desentumecer las piernas. Era tan sutil que debía apartar la
mirada durante unos segundos y volver a fijarme de nuevo pero pareciera que
desaparecía, supongo porque la vista se adaptaría y se habituaría. Como me
gusta la ciencia eso me dejo con mucha intriga, no sabía si era producto de mi
imaginación, un efecto óptico de las gotas de lluvia al impactar con el suelo o
humo de verdad. Cuando terminó de llover saqué mis propias conclusiones y me
dispuse a la comprobación… efectivamente, mi hipótesis: estábamos en agosto, el
sol había pegado fuerte e intensamente, el terreno debería estar muy caliente
(al andar con calzado es apenas perceptible), la lluvia debía de evaporarse en
cierto grado cuando tocaba el suelo, cuando toqué las piedras (supongo de pizarra)
que componían el camino, evidentemente, estaban aún calientes a pesar de toda la
lluvia que había caído. Ciencia sí, pero el momento mágico es inolvidable, la
ciencia te aporta una comprensión intelectual de los hechos, pero la
experiencia te puede aporta la vivencia poética de ese mismo hecho. Las
sutilizas están ahí y también son verdades para los sentidos.
Fuga de pensamientos
Para terminar, voy a dejar un hecho que podríamos llamarlo
de “sincronicidad” (término elegido por Carl Gustav Jung para aludir a «la
simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal»).
Muchos pensamientos llegan mientras estás meditando o no, algunos de hace años,
otros sin aparente importancia y otros sin relación ninguna. Un día como otro
cualquiera, no recuerdo si meditando o no, me vino uno de esos pensamientos, de
esos que no saben porque te llegan, pero te llegan. Me acordé de la Guerra de
las Galaxias, de los Jedi, de La Fuerza, del Lado Oscuro, de esas historias
épicas que podrían ser en parte una metáfora de la vida, cada religión explica
el mundo de una determinada manera, el Budismo sin llegar a considerarse
religión o secta tiene también su manera de interpretar el mundo, dándole énfasis
en otras vidas, en la Ley de la Impermanencia (Anicha o Anicca) y la
Ecuanimidad o Vacuidad (No-Juzgar). Aunque el retiro se centra en la Técnica de
Meditación también te introduce los términos
y filosofía Budista y te deja la libertad de aceptar solo la técnica o añadirle
dichos principios según los cuales son necesarios (pero no suficientes) para
librarnos del sufrimiento (concepto también Budista). A lo que voy, desde mi
punto de vista que me siento budista, prefiero definirlo de manera más objetiva
o científica, que de otro modo se llama Mindfulness o Atención Plena y evita
dicha terminología budista y se centra exclusivamente en la técnica de
meditación y en vez de denominar “librarnos del sufrimiento” se denomina
conseguir mayor bienestar personal. Antes de continuar y para enlazar el
principio, al punto al que voy y relacionado con la sincronicidad, cuando salí
fui a casa de mi hermano que casual o acasualmente se encontró unas figuras de “La
Guerra de las Galaxias” en la basura, recogió dos aunque me dijo que había más
y curiosamente era Yoda y la Cabeza de Darth Vader, el Lado Luminoso de la
Fuerza y el Lado Oscuro. Me llamó tanto la atención que ese fin de semana vi toda
la saga y entonces lo comprendí. Los preceptos morales son necesarios también,
la técnica te puede llevar, de algún modo, a controlar tu ansiedad o tu
malestar, a que no te afecte ni lo bueno ni lo malo sin llegar a ser estoico,
es decir, disfrutando del momento. Haciendo similitud entre el Lado Luminoso y
el Lado Oscuro, uno lo utiliza para el bienestar, para estar bien en comunidad
y poder desarrollar el bienestar propio al estar en armonía y comunión con los
demás por decirlo de algún modo y tratando de aportar tu granito de bienestar a
la sociedad. Por otro lado, el Lado Oscuro utiliza el estado de conciencia en
el que no le afectan los estímulos, así como la ira para recargarse de energía y
alimentar su propio ego. Es por tanto necesario de unos preceptos morales y una
buena guía. En psicología se dice siempre que es bueno para uno mismo
agradecer, que a la felicidad se llega ayudando a los demás, que la cooperación
es más efectiva que la competencia, es por llamarlo de alguna manera, fomentar
valores, es como el Budismo, tener unos principios que se potenciarán
practicando Mindfulness y que veremos más claros según se avanza en la práctica
de la técnica. Así que para finalizar, Gracias si has llegado hasta aquí porque
eso quiere decir que has tenido la paciencia de leerte todo el artículo entero
(pensé que iba a ser corto, lo prometo, pero me inspiré).
Un saludo y recuerden seguir su camino, sea cuál sea, aunque
sea tantear por el momento, dando pasos errantes hasta llegar al destino.
¡Qué la Fuerza te acompañe!